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1
+
2
+ --No hay de qué, misia Melchora. Tengo el mayor gusto en servirla a
3
+ usted en esto y en todo lo poco que yo pueda.
4
+
5
+ --Gracias, gracias.
6
+
7
+ Poco después salía de mi casa la excelente señora, habiendo dejado en
8
+ ella cierta atmósfera de tradición secular, de enhiesto orgullo, de
9
+ olímpica y desmesurada soberbia.
10
+
11
+
12
+
13
+
14
+ ¡¡DESAHUCIADO!!
15
+
16
+
17
+ Señora doña Melchora Ponce del Ebro de Nuezvana.
18
+
19
+ Mi distinguida y muy respetable amiga: Escribo a usted afligida por el
20
+ resultado adverso de las gestiones a que me comprometí cuando tuvo usted
21
+ la benevolencia de honrarme con su visita. Dimana esta aflicción mía
22
+ del sufrimiento moral que a usted y a su nieto, excelente joven, lleno
23
+ de merecimientos, han de causarles estas líneas, triste revelación de
24
+ mis frustrados deseos de servir a usted colmando los suyos. Hablé con
25
+ Inesita. Hícela una narración de cuanto usted me dijo. Cuando oyó lo de
26
+ «Los Chajales» con las quince mil vacas y lo de vivir con usted, la niña
27
+ rompió a llorar de gratitud. ¡Es adorable la criatura! Pero su
28
+ desconsuelo no tuvo límites cuando supo el estado adolorido, mustio y
29
+ desfalleciente en que se halla Carlitos. Como no terminara su llanto,
30
+ pedíla se sosegase y me expusiera su verdadera intención con claridad y
31
+ sin temor. Y rompió la pobrecita a parlar a borbotones, a saltos, sin
32
+ precisa ilación coherente, entrecortarlas las palabras por la congoja y
33
+ los sollozos. De usted y de su nieto me dijo cosas tan honrosas y justas
34
+ como ustedes se merecen. Me habló luego del alma, del corazón, de la
35
+ vida, de la dirección de sus sentimientos, del matrimonio. En medio de
36
+ su verbosidad atropellada, fruto del aluvión tumultuario de sus
37
+ emociones, díjome algunas cosas fundamentales y henchidas de un
38
+ espiritualismo conmovedor. Como no es posible que yo traslade aquí todo
39
+ cuanto ella me dijo en el seno de la más íntima confianza, la aconsejé
40
+ que, una vez tranquilizada y recogida en su casa (la entrevista tuvo
41
+ lugar en la mía), ordenara sus ideas en una carta dirigida a mí, y en la
42
+ cual, con su habitual discreción, pusiera las cosas en su punto. Accedió
43
+ a mi deseo. Y hoy he recibido la esquelita que le adjunto para que usted
44
+ y su nieto sepan a qué atenerse. Aunque usted, misia Melchora, no
45
+ necesita consejos, pudiendo, por el contrario, darlos muy atinados y
46
+ oportunos, me atrevo a insinuar la conveniencia de comunicar con
47
+ precaución a Carlitos la fatal noticia, pues en el estado de melancolía
48
+ a que le ha conducido su amor desconsolado, pudiera tener el mismo fin
49
+ de Werther, de aquel doncel alemán tan sentimental, tan tierno, el cual
50
+ no hubiera servido para trompeta de órdenes de Hindenburg, pero que nos
51
+ ha dejado, en cambio, el eco elegíaco de su dolor, espejo perdurable y
52
+ eterno modelo de los dolores de amor.
53
+
54
+ Observara usted que Inesita me llama en su carta «hermana». Sería por mi
55
+ parte una deslealtad ocultar, a usted el significado de este sustantivo.
56
+ Inesita está enamorada de mi cuñado Raúl y creo que ambos se han
57
+ comprometido, sin más autorización que la de sus propios corazones. La
58
+ familia de Inesita no lo sabe aún. Ahora bien: como Clotilde, la madre
59
+ de Inesita, las tías y las hermanas de ésta son partidarias decididas de
60
+ que la muchacha se case con Carlitos, héme metida en un conflicto, pues
61
+ comprenderá usted que el fuero de familia me compele y obliga--a pesar
62
+ de mi carácter poco dado a la lucha--a defender a mi cuñado en una
63
+ pretensión que juzgo justa. Así, pues, mi respetable y querida misia
64
+ Melchora, esa criatura, esa Inesita, tan rebelde a que nadie guíe su
65
+ corazón, ha venido a este mundo para constituir el tormento de usted y
66
+ el mío, sin contar el de Carlitos. El de usted ha terminado; el mío
67
+ empieza; porque no ha de escapar a la fina penetración de su
68
+ inteligencia los malos ratos que me esperan frente a la oposición de
69
+ Clotilde y de sus hermanas, de las tías de Inesita, de las hermanas y
70
+ cuñados de ésta, de sus primos y primas, de toda la familia, en fin, la
71
+ cual es natural que prefiera para Inesita el apellido y la fortuna de un
72
+ Nuezvana antes que el oscuro nombre y la casi pobreza de mi pariente.
73
+
74
+ Por lo tanto, compadézcame, misia Melchora. La vida tiene imposiciones
75
+ penosas y es menester afrontarlas. Como si todo esto no fuera bastante,
76
+ agregue usted que mi cuñado, desde el instante en que la niña le ha dado
77
+ el «sí», se ha puesto como loco y se le ha acrecentado el valor, (ya era
78
+ de suyo grande), de una manera extraordinaria. Está dispuesto a
79
+ atropellarlo todo si alguien tratase de violentar la voluntad de la
80
+ muchacha y la suya propia, que, en este caso, forman una sola. Y dos
81
+ voluntades sumadas por el amor son invencibles. Los muchachos me han
82
+ convertido en amaparadora de su ideal, y no negaré a usted que este
83
+ papel de potencia protectora ha hecho surgir cierta exaltación valerosa
84
+ en mi espíritu naturalmente apocado. El origen del valor está en la
85
+ calidad de la misión que lo suscita y promueve.
86
+
87
+ Una vez más lamento lo ocurrido. Con el respecto de siempre y con afecto
88
+ mayor que nunca saluda a usted su humilde amiga.
89
+
90
+ =Marianela.=
91
+
92
+ Queridísima hermana mía. Marianela de mi alma: Todo puedes exigirlo de
93
+ mí, menos que ordene mis ideas en medio de la turbación y de las
94
+ inquietudes en que vivo. Yo no tengo ideas: todo se ha convertido en mí
95
+ en sentimiento inexpresable, cuya única manifestación son las lágrimas.
96
+ ¿Por qué habré nacido, Dios mío? Mi existencia sólo sirve para hacer
97
+ sufrir a los demás, sin culpa mía, bien lo sabes. ¡Ay, Marianela! Te
98
+ escribo desde mi cuartito, a las dos de la mañana. Todos duermen en
99
+ casa. Se han pasado el día atosigándome con sus planes, que no son los
100
+ míos. La ventana está abierta. Las estrellas me envían sus resplandores.
101
+ En medio del divino y luminoso ramo celeste fulgura mi estrella, la del
102
+ Norte, remedo vivo de la fijeza de mi corazón. El astro adquiere figura
103
+ de rostro humano... y a él van mis ojos imantados por su atracción
104
+ irresistible. Perdona si al hablarte del estado de mi espíritu recurro a
105
+ las gloriosas alturas. Ello sólo indica que me faltan los medios de
106
+ expresión humana. Cuando no podemos desahogar el alma de las cosas
107
+ confusas y sin nombre que en ella laten, a través de los ojos de la
108
+ carne, inundados de lágrimas, los ojos del espíritu se levantan al
109
+ cielo, al gran misterio, y allí quedan posados en muda contemplación,
110
+ suspenso el tiempo, suspensa la vida misma. Yo no sé lo que te digo,
111
+ Marianela, porque la onda de mis emociones me anonada y confunde,
112
+ haciendo imposible todo discernimiento claro y ordenado. Acumula todos
113
+ los amores que han merecido el canto sublime de los poetas y de los
114
+ genios, y no serán, reunidos, pálido reflejo del que yo siento por quien
115
+ tú sabes. El cielo, mi cielo, el universo, el mío, la eternidad, mi
116
+ eternidad, la gloria de las glorias, la mía, todo se concentra en él: y
117
+ todos los caminos, los de esta vida y los de la otra, son calvarios y
118
+ sendas de espinas sin su compañía y sin el brazo suyo para conducirme.
119
+ Mi alma ya no es mía; está trasfundida en otra. Mi corazón ha perdido su
120
+ ritmo propio para latir a compás de otro. Mis ensueños navegan por el
121
+ mar infinito de la eternidad, dulcemente sometidos a la brújula que Dios
122
+ me ha dado. Si estas palabras no sirven para revelarte el estado de mi
123
+ espíritu, inventa tú las que quieras para reflejarlo, en la seguridad de
124
+ que no existe en el vocabulario término alguno que alcance a reflejar mi
125
+ éxtasis, el arrobamiento de este amor mío.
126
+
127
+ Pocas palabras más. ¿Crees tú que en tal estado de espíritu puedo ni
128
+ debo engañar a nadie, ni a mí misma? Yo deploro la actitud de toda mi
129
+ familia. Mi pobre madre, mis tías, mis hermanas, mis cuñados, todos
130
+ quieren que yo sea feliz, ¡quién no duda! Pero no se es feliz a la
131
+ manera de los demás, sino a la propia manera. Yo creo en el desinterés
132
+ de todos y que en realidad se persigue mi dicha exclusivamente, sin
133
+ preocuparse de que, de soslayo, alcance también a otros. Ahora bien: la
134
+ casada he de ser yo, y nadie mejor que yo misma puede entender mi dicha.
135
+
136
+ Respecto a Carlitos, no puedes imaginarte cuánto siento no poder
137
+ corresponder a la vehemencia de su pasión, que nada hice--bien lo sabe
138
+ él--por alentar ni infundir. Es un joven distinguidísimo, bueno, lleno
139
+ de méritos; y, en virtud de estos mismos merecimientos, no debe ser
140
+ engañado con una correspondencia fingida de que yo soy incapaz. Se
141
+ curará de su pasión, me olvidará. Con su apellido, su fortuna, su
142
+ generoso espíritu y bello carácter, que valen más que apellido y
143
+ fortuna, encontrará otra más digna que yo de los tesoros de su amor. Yo
144
+ no puedo ofrecerle más que mi simpatía y mi gratitud por haber
145
+ descendido a poner su ideal en mi humilde persona.
146
+
147
+ Por lo que toca a misia Melchora, me conmueve su generosidad. «Los
148
+ Chajales» constituyen un verdadero reino; pero yo sería allí una reina
149
+ int
150
+ --Cierto--dice la de Esquilón;--pero era distinto que ahora; entonces
151
+ estaban María Rosa y Teresa, que son muy discretas y muy distinguidas, y
152
+ sabían muy bien sustituir la falta de presidenta en las fiestas
153
+ sociales. Ellas daban tono al gobierno con su ingenio y con su
154
+ conversación espiritual. Don Victorino podía estar tranquilo: había
155
+ presidentas. Yo soy muy amiga de ambas y constantemente hablábamos de
156
+ política.
157
+
158
+ --Pues yo--dice Petrona,--cuando quería saber algo de candidaturas
159
+ ministeriales y altos empleos me valía de Anita. Claro que yo no soy
160
+ amiga de Anita, de una ama de llaves; me lo impide mi condición social;
161
+ pero me hice muy amiga de una familia modesta que tiene relación con
162
+ Anita y, por ahí, lo sabía todo. De algún medio hay que valerse para
163
+ estar enterada. Pero ahora ¡qué cosa! ¿no? no hay forma de saber nada.
164
+
165
+ Me canso de esta labor taquigráfica para tomar al pie de la letra una
166
+ sesión política tan importante y trascendental. Y hago punto. Sólo
167
+ agregaré mi satisfacción y contento por haber hecho las paces con
168
+ Petrona, tan buena y tan amante de los suyos...
169
+
170
+
171
+
172
+
173
+ LA ABUELA DEL REY DE LOS CIPRESES, O EL ORGULLO ANCESTRAL
174
+
175
+
176
+ El portero me trae una tarjeta: «Es una señora vie-jita--dice--, y
177
+ pregunta si la señora puede recibirla». Leo: Melchora Ponce del Ebro de
178
+ Nuezvana.
179
+
180
+ Ordeno que la hagan pasar a un saloncito. «Díganla que tenga la bondad
181
+ de esperarme un momento». Y en seguida llamo a mi doncella para que me
182
+ ayude a ponerme un traje de circunstancias, un vestido negro, de cierta
183
+ severidad, pues me parece que la entrevista va a ser grave.
184
+
185
+ Mientras me visto procuro dominar el desasosiego que me ha invadido al
186
+ leer la tarjeta. ¡Misia Melchora en mi casa! Es necesario dominar los
187
+ nervios y ordenar las ideas. Seguramente viene a hablarme de la
188
+ pretensión de su nieto, Carlitos Nuezvana, el rey de los cipreses,
189
+ respecto a Inesita, mi querida protegida, mi futura hermana. Quizá me
190
+ proponga que la ayude a concertar el matrimonio. ¡Pobre señora! No sabe
191
+ lo que ocurre.
192
+
193
+ Confieso que la entrevista me resulta un poco imponente. No es para
194
+ menos. Misia Melchora es lo más alto entre lo más eminente o
195
+ empingorotado de nuestra sociedad. Sus apellidos, así los propios como
196
+ el de su consorte, fallecido 25 años hace, significan doble tradición,
197
+ colonial y patricia. Un Nuezvana fue virrey del Perú, caballero
198
+ ostentoso que imitaba en Lima el boato borbónico, según cuenta Ricardo
199
+ Palma en sus apologías de aquellos magnates. Otro Nuezvana fue obispo y
200
+ dio lustre con sus austeras virtudes a la iglesia naciente de
201
+ Chuquisaca. Oidor de Charcas fue otro Nuezvana. Ignoro lo que oiría en
202
+ Charcas este oidor. La fama de los Ponces y de los Ebros data aún' de
203
+ más antiguo. Uno de los Ponces vino de piloto en la expedición de don
204
+ Pedro de Mendoza. Luego pasó al Paraguay y fundó varios pueblos que
205
+ siguen casi lo mismo que cuando él puso la primera piedra. Un Ebro fue
206
+ capitán de una de las «naos» de Gaboto. Otro acompañó a Alonso de Vera y
207
+ Aragón en las exploraciones del río Bermejo, y se internó en el Chaco,
208
+ creyendo que eran de oro los quebrachos. Por espacio de tres siglos
209
+ figuran estos apellidos, llevados por frailes, navegantes, militares,
210
+ corregidores, adelantados, oidores, etc., en los cronicones de los
211
+ diversos virreinatos de la era colonial, advirtiéndose su andariega
212
+ presencia desde Méjico hasta la Asunción, pues el antiguo español
213
+ aprendía la geografía andando.
214
+
215
+ Después, en la edad moderna, los Nuezvanas, Ponces y
216
+ Ebros--descendientes, naturalmente, de los anteriores--alcanzaron tanto
217
+ o mayor esplendor que sus tataradeudos. Un Ponce fue coronel de la
218
+ independencia y brilló por su bizarría en Ayacucho. Un Nuezvana,
219
+ licenciado en derecho canónico, orador ampuloso y ergotista, figura
220
+ entre los que proclamaban la necesidad de una restauración monárquica
221
+ como régimen argentino. Los Nuezvanas siempre fueron algo fastuosos. Un
222
+ Ebro, militar aguerrido, tuvo gran importancia en las guerras gauchas,
223
+ combatiendo al Chacho y a Facundo Quiroga.
224
+
225
+ Hubo también, así en los tiempos antiguos como en los modernos, otros
226
+ Nuezvanas, Ponces y Ebros insignificantes y oscuros; pero misia Melchora
227
+ sólo considera como suyos a los que figuran en la historia. Y existe en
228
+ su espíritu, en cuanto a legítimo orgullo, cierta dualidad: suele
229
+ gloriarse a veces de su rancio abolengo y timbres hispánicos; y otras,
230
+ en cambio, envanécese del justo honor dimanado de sus ascendientes
231
+ patricios. Como los nombres son los mismos, originarios unos de otros,
232
+ la gloria de misia Melchora asume cierto carácter de guerra civil,
233
+ familiar y casi doméstica, en la cual los manes heterogéneos libran gran
234
+ trifulca e histórica zarabanda. Pero misia Melchora aviene y concilia
235
+ las memorias, atribuyendo a todos sus ascendientes por línea propia y
236
+ marital, ya sean personajes coloniales, ya proceres argentinos, las
237
+ cualidades de la hidalguía castellana, llena de soberbia altivez y de un
238
+ orgullo cuyos límites alcanzan a los cuernos de la luna.
239
+
240
+ Uno de los motivos de envanecimiento de misia Melchora es la existencia
241
+ actual del duque de Nuezvana, que tiene el derecho, como grande de
242
+ España, de presentarse cubierto ante los reyes. Pertenece a los
243
+ Nuezvanas que no salieron nunca de la península, esperando los tesoros
244
+ de los Nuezvanas indianos y medrando políticamente con los méritos de
245
+ sus conquistas, exploraciones y hazañas en los desiertos de Indias. Por
246
+ todas estas circunstancias, misia Melchora, a semejanza del grande, de
247
+ España, viene a ser «la grande» de Buenos Aires.
248
+
249
+ Pero todos estos timbres valdrían muy poco socialmente en nuestra
250
+ democracìa si no estuviesen fortalecidos por una fortuna colosal. Y esta
251
+ fortuna se debe precisamente a un Nuezvana oscuro y a un Ponce y un Ebro
252
+ insignificantes. En tiempos de Carlos III, este Nuezvana grís y opaco se
253
+ apañó, por concesión real, los mejores campos, ahí no más, junto a las
254
+ casas de Buenos Aires. Un Ponce fué abastecedor de los ejércitos que
255
+ realizaron la conquista del desierto. El estado le pagó en tierras que
256
+ después han valido un dineral; se adueñó de media Pampa Central. Y un
257
+ Ebro, casi contemporáneo, hombre de matemáticas, educado en Inglaterra,
258
+ obtuvo, al iniciarse las empresas ferroviarias, diversas concesiones de
259
+ caminos de hierro, que luego cedió a los ingleses por sendas libras
260
+ esterlinas. Este Ebro no construyó ningún camino, pero hizo el suyo
261
+ admirablemente.
262
+
263
+ Las tres ramas--Nuezvana, Ponce y Ebro--fueron poco fecundas y todo vino
264
+ a caer en manos de mi distinguida visitante y de dos hermanas estériles,
265
+ ya difuntas, a quienes heredó misia Melchora. Esta excelente señora hubo
266
+ de su matrimonio un hijo, padre de Carlitos Nuezvana, y varias hijas,
267
+ casadas con lo mejorcito de nuestra sociedad. Así, pues, misia Melchora
268
+ es archimillonaria. Sus estancias no tienen fin. Mi cuñado Raúl, a quien
269
+ le da por hacer ironías con las matemáticas, ha hecho un cálculo, según
270
+ el cual, puestos en línea recta los alambrados de los campos de misia
271
+ Melchora, resultan más largos que las vallas de alambre electrizado de
272
+ las trincheras europeas, que llegan desde Bélgica hasta el Danubio.
273
+
274
+ Por lo demás, misia Melchora es una distinguidísima matrona. Su defecto
275
+ principal, el orgullo, está, en parte, justicado por su grande y doble
276
+ abolengo y el resto, que es mucho, procede de la atmósfera de
277
+ adululación en que vive, pues tanto sus hijas (su único hijo, el padre
278
+ de Carlitos, murió) como sus nietos y yernos--sobre todo los yernos--se
279
+ desviven por complacerla, persiguiendo, según malas lenguas, que nunca
280
+ faltan, el quinto testamentario, que constituye un pico superior al de
281
+ la Mirándola. Todo esto ha estropeado un poco el carácter de misia
282
+ Melchora, haciéndola adquirir una idea desmesurada de sí misma. Por
283
+ Carlitos siente verdadera idolatría, entre otras razones, por ser el
284
+ único nieto que lleva el apellido de Nuezvana, ilustrado por un virrey
285
+ del Perú, por un obispo de Chuquisaca, por un oidor de Charcas, por un
286
+ duque y grande de España y por la propia misia Melchora.
287
+
288
+ Calculad ahora mi inquietud ante esta entrevista. Yo la conozco un poco;
289
+ pero he mantenido siempre con ella un trato ceremonioso. Acabada de
290
+ vestir, me doy un par de vueltas en el espejo, ensayando gestos y
291
+ posturas de cierta gravedad; procuro, a la vez, serenarme, y me dirijo
292
+ al saloncito con paso firme, no exento de parsimonia.
293
+
294
+ --¡Misia Melchora! ¡qué sorpresa!...
295
+
296
+ --¿La sorprende a usted mi visita?
297
+
298
+ --Me sorprende y me halaga que usted se haya servido honrar mi casa con
299
+ su presencia.
300
+
301
+ --Muchas gracias, Marianela.
302
+
303
+ --Está usted cada día más joven--la digo, aunque, en realidad, parece
304
+ una pasita, pero encendida y vibrante aún por el calor del orgullo.
305
+
306
+ --No me diga, Marianela; estoy ya concluyéndome, llena de achaques,
307
+ hecha una ruina. Por un lado, los años--¡76, Marianela!--; por otro, los
308
+ disgustos, que nunca faltan.
309
+
310
+ --¿Disgustos, usted, misia Melchora?...
311
+
312
+ --Disgustos, sí, hija mía, disgustos. Precisamente vengo a hablar con
313
+ usted de un asunto que me trae profundamente disgustada. Y es más: vengo
314
+ a pedirla que me ayude a resolver el problema.
315
+
316
+ --Si tiene solución y yo puedo, cuente usted conmigo, misia Melchora.
317
+
318
+ --Puede usted... es decir... yo creo que puede ayudarme. Y vamos al
319
+ asunto. Sabe usted, como yo--mejor que yo quizá--que Carlitos, mi nieto,
320
+ se ha enamorado como un loco de Inesita, la niña de Clotilde Rodríguez
321
+ de Garaizábal. Mi nieto no vive, no duerme, ni descansa, pensando en
322
+ ella. Está desesperado, aunque ello sea impropio de la compostura y
323
+ serenidad propias de los Nuezvanas. Pero el amor es el amor, y avasalla
324
+ y enloquece a todas las clases sociales. Imagínese cómo estará el
325
+ muchacho, que ya ni se peina, que era antes su principal cuidado. No
326
+ sale de casa, y se pasa el día en sus habitaciones, en pijama y
327
+ desgreñado. Apenas come; ha perdido no sé cuántos kilos. Está pálido
328
+ como la cera y tiene un mirar entre loco y moribundo, unas veces
329
+ lánguido, otras furioso. Yo no sé ya qué hacer. Me he asustado mucho,
330
+ porque... ¡le viera usted!... da pena; se ha quedado como un hilo. He
331
+ llamado a Güemes; pero ¡qué va a hacer Güemes en esto! Después de verle,
332
+ al irse, me ha palmeado a mí--ya sabe usted que Güemes es lo más
333
+ cariñoso--y me ha dicho, riéndose, que el diagnsótico lo haría, mejor
334
+ que él, alguna muchacha, y que la más eficaz medicina para Carlitos está
335
+ en el sacramento con música de marcha nupcial.
336
+
337
+ --El doctor Güemes no sólo es un gran clínico, sino también un gran
338
+ psicólogo.
339
+
340
+ --Está en todo, hijita. ¡Qué hombre! En cuanto le ha visto, le ha
341
+ adivinado el mal. Pero, claro, es un mal en que él no puede hacer nada.
342
+
343
+ En los ojitos apagados de misía Melchora tiemblan dos lágrimas.
344
+
345
+ --¿Y ella?--preguntó.
346
+
347
+ --Pues ahí está el cuento. No le ha desairado del todo. Pero no le hace
348
+ tanto caso como al principio. Ahora parece que le rehuye. ¿Qué
349
+ pretenderá esa niña? No tiene en qué caerse muerta y...
350
+
351
+ --Todos tenemos en qué caernos muertos, señora. Si no ¿dónde iríamos a
352
+ parar? Y el desinterés, sobre todo en esta época, es una virtud
353
+ bastante rara.
354
+
355
+ --Ya sé que la quiere usted mucho.
356
+
357
+ --Cierto; la quiero; es una niña muy interesante.
358
+
359
+ --Y que la protege usted.
360
+
361
+ --Yo, señora, puedo proteger muy poco. Además, Inesita no necesita
362
+ protección. La protegen su propia belleza y su alma incomparable.
363
+
364
+ --Pues yo protejo a toda su familia. Si no fuera por mí, ya estarían
365
+ fundidos. Cierto que Clotilde y sus hermanas, las tías de Inesita, me
366
+ corresponden, haciendo cuanto pueden por vencer la resistencia de la
367
+ muchacha y arreglar esta boda en que se halla comprometido mi amor
368
+ propio y el de toda mi familia. Ningún Nuezvana ha sido nunca desdeñado
369
+ en la sociedad de Buenos Aires. Carlitos podría dirigirse a la principal
370
+ niña argentina, a la primera fortuna y al primer apellido, en la
371
+ seguridad de que no sería rechazado. Pero se le ha metido en la cabeza
372
+ que ha de ser con esa muchacha, «¡O ella, o la muerte!»--me ha dicho con
373
+ una firmeza que me ha dejado aterrada. Yo no sé qué hechizo, qué
374
+ seducciones, qué encantos encuentra en esa niña.
375
+
376
+ --¡Ah, es encantadora!...
377
+
378
+ --Sí... no es fea; pero, vamos, no es ninguna cosa del otro mundo.
379
+
380
+ --No, señora, es de este mundo; una belleza mortal, pero digna de ser
381
+ inmortal.
382
+
383
+ --Además, carece de fortuna.
384
+
385
+ --El poco caso que hace Dios de la plata se nota por la gente a quien se
386
+ la concede--respondo gravemente y un poquito amostazada; pero misia
387
+ Melchora no comprende este concepto místico, escudo con que los pobres
388
+ se defienden contra la vanidad de los ricos.
389
+
390
+ --Carece, igualmente, de apellido.
391
+
392
+ --No, misia Melchora, eso no; lleva uno muy bonito, muy sonoro, muy
393
+ armonioso: Garaizábal. Además, con cualquier apellido es posible la
394
+ vida. La aristocracia, bien mirada, es lo mismo que la democracia. Todo
395
+ surge de la nada y vuelve a la nada, misia Melchora.
396
+
397
+ --Pero mientras se vive, conviene ser alguien en el mundo.
398
+
399
+ --Nacemos, sufrimos, morimos y nos olvidan. He ahí todo. El resto es
400
+ espuma, aire, humo, ruido. Pero, Inesita es alguien. Y si no,
401
+ pregúnteselo usted a su nieto.
402
+
403
+ --El amor es loco, Marianela.
404
+
405
+ --Es la única locura sensata. Hay otras, el orgullo el envanecimiento,
406
+ la soberbia, que son mucho más insensatas. Pero todos padecemos estos
407
+ defectos. Ahora bien: debemos aplicar la reflexión a reprimirlos todo lo
408
+ posible; porque, si la vanidad de los demás resulta intolerable cuando
409
+ lastima la nuestra, pasa igual a los otros cuando la nuestra lastima la
410
+ suya. El trato social se hace posible a fuerza de limarnos todos un
411
+ poquito.
412
+
413
+ --Bien, Marianela. Volvamos a nuestro asunto.
414
+
415
+ --Volvamos, misia Melchora.
416
+
417
+ --Mi nieto es bueno; usted le conoce. Yo le he educado muy bien, en
418
+ Inglaterra y en Francia. Es un muchacho sin vicios. No ha estudiado una
419
+ carrera porque, gracias a Dios, no la necesita. Comenzó a ir a la
420
+ Facultad; pero le daban vahídos, sobre todo cuando estudiaba derecho
421
+ romano. Entonces yo le dije que lo dejara. De todos modos, no había de
422
+ defender pleitos. Así que, ¿para qué estudiar? Luego, el país está lleno
423
+ de doctores, y ya es más distinguido no serlo. Desde entonces se dedicó
424
+ a leer novelas francesas; las conoce todas. Y así ha completado su
425
+ educación, que no deja nada que desear. Yo había pensado, si se casara
426
+ con esa niña, regalarles «Los Chajales», un campo de veinte leguas, con
427
+ quince mil vacas; esto para sus gastos, aunque no gastarían nada, porque
428
+ yo desearía que vivieran conmigo, en mi palacio de la Avenida Quintana,
429
+ pues no quisiera que mi nieto saliera de mi casa. De todo esto he
430
+ hablado con Clotilde y está encantada de la idea. Yo necesito compañía,
431
+ Marianela, y, claro, aunque quiero profundamente a todos mis nietos,
432
+ siento cierta preferencia por Carlitos, porque es el que ha de perpetuar
433
+ un gran apellido; es un Nuezvana, y con esto está dicho todo: Por otra
434
+ parte--ya se lo he dicho a Clotilde,--una vez casados los muchachos,
435
+ todas nuestras cuentas quedarían arregladas; todo se quedaría en casa,
436
+ unidas para siempre las dos familias. Clotilde me asegura que su hija se
437
+ casará con mi nieto. Ella, claro, hace todo lo que puede, por respeto a
438
+ mí y porque, realmente, le parece bien la boda. Pero... no sé... me
439
+ parece que la muchacha no está decidida. Y yo quiero salir de una vez
440
+ del paso. Por eso he venido a verla a usted.
441
+
442
+ --¿Y qué puedo hacer yo?
443
+
444
+ --Clotilde me ha dicho que usted tiene mucha influencia sobre su hija.
445
+
446
+ --Ignoro la influencia que pueda yo ejercer en esto sobre ella. Y diga
447
+ usted, misia Melchora: si Clotilde, a viva fuerza, quieras que no
448
+ quieras, obligara a su hija a casarse, ¿usted aceptaría para su nieto un
449
+ matrimonio así formado?
450
+
451
+ --Todo, menos un campanazo; todo, menos que mi nieto, un Nuez vana,
452
+ quede desairado y en ridículo.
453
+
454
+ --¿De manera que usted cree que es más ridículo que Inés no acepte a su
455
+ nieto, suponiendo que no le quiera, pues yo no lo sé, que casarse con él
456
+ no queriéndole?
457
+
458
+ --Yo no puedo aceptar una situación ridícula ante todo Buenos Aires.
459
+
460
+ --¿Y qué culpa tiene Inés en ello?
461
+
462
+ --Es cierto; no tiene ninguna culpa. Pero, en fin, yo he venido a verla
463
+ a usted, por consejo de Clotilde, para que influya sobre la voluntad de
464
+ la muchacha. ¿Quiere usted hacerme este favor? ¿Le parece a usted mi
465
+ nieto digno de ella?
466
+
467
+ --Dignísimo, misia Melchora. Por lo demás, yo sólo prometo a usted
468
+ hablar a Inesita y contarla todo lo que usted me ha dicho, lo de «Los
469
+ Chajales», que es seductor, y lo de vivir con usted una vez casada, que
470
+ aun es mucho más seductor que «Los Chajales». Respecto a influir en su
471
+ espíritu, ya no respondo; eso es muy delicado, pues si no fuera todo lo
472
+ feliz que merece, mi tormento duraría toda mi vida.
473
+
474
+ --¿Y cree usted que existe alguna niña que no sea feliz con el apellido
475
+ y con la fortuna de un Nuezvana?
476
+
477
+ --Sí, señora, lo creo; es posible, aunque parezca absurdo. Porque nos
478
+ casamos, antes que con el apellido y la fortuna, con la persona. El
479
+ matrimonio es, ante todo, un negocio espiritual, y puede haber apellido
480
+ y fortuna, y no haber espíritu.
481
+
482
+ --Si ha existido espíritu en los Nuezvanas, la historia lo dice.
483
+
484
+ --Sí... pero Inesita no se va a casar con la historia, con un Nuezvana
485
+ pasado, sino con uno viviente, que acaso no llegue a entrar en la
486
+ inmortalidad, como sus antepasados.
487
+
488
+ --Bueno; lo que deseo, en resumen, es una respuesta definitiva, porque,
489
+ con Clotilde, ya no me entiendo; no sé a qué atenerme; ella dice que sí,
490
+ lo desea, lo sé; pero nunca me trae la respuesta de la muchacha. Y esto
491
+ es lo que yo deseo. ¿Se compromete usted a darme esta respuesta?
492
+
493
+ --Me comprometo. Hablaré con Inés, y la sacaré a usted de dudas.
494
+
495
+ --Gracias, Marianela.
496
+
497
+ --No hay de qué, misia Melchora. Tengo el mayor gusto en servirla a
498
+ usted en esto y en todo lo poco que yo pueda.
499
+
500
+ --Gracias, gracias.
501
+
502
+ Poco después salía de mi casa la excelente señora, habiendo dejado en
503
+ ella cierta atmósfera de tradición secular, de enhiesto orgullo, de
504
+ olímpica y desmesurada soberbia.
505
+
506
+
507
+
508
+
509
+ ¡¡DESAHUCIADO!!
510
+
511
+
512
+ Señora doña Melchora Ponce del Ebro de Nuezvana.
513
+
514
+ Mi distinguida y muy respetable amiga: Escribo a usted afligida por el
515
+ resultado adverso de las gestiones a que me comprometí cuando tuvo usted
516
+ la benevolencia de honrarme con su visita. Dimana esta aflicción mía
517
+ del sufrimiento moral que a usted y a su nieto, excelente joven, lleno
518
+ de merecimientos, han de causarles estas líneas, triste revelación de
519
+ mis frustrados deseos de servir a usted colmando los suyos. Hablé con
520
+ Inesita. Hícela una narración de cuanto usted me dijo. Cuando oyó lo de
521
+ «Los Chajales» con las quince mil vacas y lo de vivir con usted, la niña
522
+ rompió a llorar de gratitud. ¡Es adorable la criatura! Pero su
523
+ desconsuelo no tuvo límites cuando supo el estado adolorido, mustio y
524
+ desfalleciente en que se halla Carlitos. Como no terminara su llanto,
525
+ pedíla se sosegase y me expusiera su verdadera intención con claridad y
526
+ sin temor. Y rompió la pobrecita a parlar a borbotones, a saltos, sin
527
+ precisa ilación coherente, entrecortarlas las palabras por la congoja y
528
+ los sollozos. De usted y de su nieto me dijo cosas tan honrosas y justas
529
+ como ustedes se merecen. Me habló luego del alma, del corazón, de la
530
+ vida, de la dirección de sus sentimientos, del matrimonio. En medio de
531
+ su verbosidad atropellada, fruto del aluvión tumultuario de sus
532
+ emociones, díjome algunas cosas fundamentales y henchidas de un
533
+ espiritualismo conmovedor. Como no es posible que yo traslade aquí todo
534
+ cuanto ella me dijo en el seno de la más íntima confianza, la aconsejé
535
+ que, una vez tranquilizada y recogida en su casa (la entrevista tuvo
536
+ lugar en la mía), ordenara sus ideas en una carta dirigida a mí, y en la
537
+ cual, con su habitual discreción, pusiera las cosas en su punto. Accedió
538
+ a mi deseo. Y hoy he recibido la esquelita que le adjunto para que usted
539
+ y su nieto sepan a qué atenerse. Aunque usted, misia Melchora, no
540
+ necesita consejos, pudiendo, por el contrario, darlos muy atinados y
541
+ oportunos, me atrevo a insinuar la conveniencia de comunicar con
542
+ precaución a Carlitos la fatal noticia, pues en el estado de melancolía
543
+ a que le ha conducido su amor desconsolado, pudiera tener el mismo fin
544
+ de Werther, de aquel doncel alemán tan sentimental, tan tierno, el cual
545
+ no hubiera servido para trompeta de órdenes de Hindenburg, pero que nos
546
+ ha dejado, en cambio, el eco elegíaco de su dolor, espejo perdurable y
547
+ eterno modelo de los dolores de amor.
548
+
549
+ Observara usted que Inesita me llama en su carta «hermana». Sería por mi
550
+ parte una deslealtad ocultar, a usted el significado de este sustantivo.
551
+ Inesita está enamorada de mi cuñado Raúl y creo que ambos se han
552
+ comprometido, sin más autorización que la de sus propios corazones. La
553
+ familia de Inesita no lo sabe aún. Ahora bien: como Clotilde, la madre
554
+ de Inesita, las tías y las hermanas de ésta son partidarias decididas de
555
+ que la muchacha se case con Carlitos, héme metida en un conflicto, pues
556
+ comprenderá usted que el fuero de familia me compele y obliga--a pesar
557
+ de mi carácter poco dado a la lucha--a defender a mi cuñado en una
558
+ pretensión que juzgo justa. Así, pues, mi respetable y querida misia
559
+ Melchora, esa criatura, esa Inesita, tan rebelde a que nadie guíe su
560
+ corazón, ha venido a este mundo para constituir el tormento de usted y
561
+ el mío, sin contar el de Carlitos. El de usted ha terminado; el mío
562
+ empieza; porque no ha de escapar a la fina penetración de su
563
+ inteligencia los malos ratos que me esperan frente a la oposición de
564
+ Clotilde y de sus hermanas, de las tías de Inesita, de las hermanas y
565
+ cuñados de ésta, de sus primos y primas, de toda la familia, en fin, la
566
+ cual es natural que prefiera para Inesita el apellido y la fortuna de un
567
+ Nuezvana antes que el oscuro nombre y la casi pobreza de mi pariente.
568
+
569
+ Por lo tanto, compadézcame, misia Melchora. La vida tiene imposiciones
570
+ penosas y es menester afrontarlas. Como si todo esto no fuera bastante,
571
+ agregue usted que mi cuñado, desde el instante en que la niña le ha dado
572
+ el «sí», se ha puesto como loco y se le ha acrecentado el valor, (ya era
573
+ de suyo grande), de una manera extraordinaria. Está dispuesto a
574
+ atropellarlo todo si alguien tratase de violentar la voluntad de la
575
+ muchacha y la suya propia, que, en este caso, forman una sola. Y dos
576
+ voluntades sumadas por el amor son invencibles. Los muchachos me han
577
+ convertido en amaparadora de su ideal, y no negaré a usted que este
578
+ papel de potencia protectora ha hecho surgir cierta exaltación valerosa
579
+ en mi espíritu naturalmente apocado. El origen del valor está en la
580
+ calidad de la misión que lo suscita y promueve.
581
+
582
+ Una vez más lamento lo ocurrido. Con el respecto de siempre y con afecto
583
+ mayor que nunca saluda a usted su humilde amiga.
584
+
585
+ =Marianela.=
586
+
587
+ Queridísima hermana mía. Marianela de mi alma: Todo puedes exigirlo de
588
+ mí, menos que ordene mis ideas en medio de la turbación y de las
589
+ inquietudes en que vivo. Yo no tengo ideas: todo se ha convertido en mí
590
+ en sentimiento inexpresable, cuya única manifestación son las lágrimas.
591
+ ¿Por qué habré nacido, Dios mío? Mi existencia sólo sirve para hacer
592
+ sufrir a los demás, sin culpa mía, bien lo sabes. ¡Ay, Marianela! Te
593
+ escribo desde mi cuartito, a las dos de la mañana. Todos duermen en
594
+ casa. Se han pasado el día atosigándome con sus planes, que no son los
595
+ míos. La ventana está abierta. Las estrellas me envían sus resplandores.
596
+ En medio del divino y luminoso ramo celeste fulgura mi estrella, la del
597
+ Norte, remedo vivo de la fijeza de mi corazón. El astro adquiere figura
598
+ de rostro humano... y a él van mis ojos imantados por su atracción
599
+ irresistible. Perdona si al hablarte del estado de mi espíritu recurro a
600
+ las gloriosas alturas. Ello sólo indica que me faltan los medios de
601
+ expresión humana. Cuando no podemos desahogar el alma de las cosas
602
+ confusas y sin nombre que en ella laten, a través de los ojos de la
603
+ carne, inundados de lágrimas, los ojos del espíritu se levantan al
604
+ cielo, al gran misterio, y allí quedan posados en muda contemplación,
605
+ suspenso el tiempo, suspensa la vida misma. Yo no sé lo que te digo,
606
+ Marianela, porque la onda de mis emociones me anonada y confunde,
607
+ haciendo imposible todo discernimiento claro y ordenado. Acumula todos
608
+ los amores que han merecido el canto sublime de los poetas y de los
609
+ genios, y no serán, reunidos, pálido reflejo del que yo siento por quien
610
+ tú sabes. El cielo, mi cielo, el universo, el mío, la eternidad, mi
611
+ eternidad, la gloria de las glorias, la mía, todo se concentra en él: y
612
+ todos los caminos, los de esta vida y los de la otra, son calvarios y
613
+ sendas de espinas sin su compañía y sin el brazo suyo para conducirme.
614
+ Mi alma ya no es mía; está trasfundida en otra. Mi corazón ha perdido su
615
+ ritmo propio para latir a compás de otro. Mis ensueños navegan por el
616
+ mar infinito de la eternidad, dulcemente sometidos a la brújula que Dios
617
+ me ha dado. Si estas palabras no sirven para revelarte el estado de mi
618
+ espíritu, inventa tú las que quieras para reflejarlo, en la seguridad de
619
+ que no existe en el vocabulario término alguno que alcance a reflejar mi
620
+ éxtasis, el arrobamiento de este amor mío.
621
+
622
+ Pocas palabras más. ¿Crees tú que en tal estado de espíritu puedo ni
623
+ debo engañar a nadie, ni a mí misma? Yo deploro la actitud de toda mi
624
+ familia. Mi pobre madre, mis tías, mis hermanas, mis cuñados, todos
625
+ quieren que yo sea feliz, ¡quién no duda! Pero no se es feliz a la
626
+ manera de los demás, sino a la propia manera. Yo creo en el desinterés
627
+ de todos y que en realidad se persigue mi dicha exclusivamente, sin
628
+ preocuparse de que, de soslayo, alcance también a otros. Ahora bien: la
629
+ casada he de ser yo, y nadie mejor que yo misma puede entender mi dicha.
630
+
631
+ Respecto a Carlitos, no puedes imaginarte cuánto siento no poder
632
+ corresponder a la vehemencia de su pasión, que nada hice--bien lo sabe
633
+ él--por alentar ni infundir. Es un joven distinguidísimo, bueno, lleno
634
+ de méritos; y, en virtud de estos mismos merecimientos, no debe ser
635
+ engañado con una correspondencia fingida de que yo soy incapaz. Se
636
+ curará de su pasión, me olvidará. Con su apellido, su fortuna, su
637
+ generoso espíritu y bello carácter, que valen más que apellido y
638
+ fortuna, encontrará otra más digna que yo de los tesoros de su amor. Yo
639
+ no puedo ofrecerle más que mi simpatía y mi gratitud por haber
640
+ descendido a poner su ideal en mi humilde persona.
641
+
642
+ Por lo que toca a misia Melchora, me conmueve su generosidad. «Los
643
+ Chajales» constituyen un verdadero reino; pero yo sería allí una reina
644
+ intrusa, puesto que no puedo dar, en cambio, mi corazón, que ya no me
645
+ pertenece. No merece tampoco misia Melchora ser engañada. Yo no puedo
646
+ entrar en aquella casa, llena de tradición caballeresca, de noble
647
+ altivez, de epopeya histórica. Me sentiría confundida ante los retratos
648
+ que sirven de ornamento sagrado a los salones. El virrey, los
649
+ conquistadores, el obispo de Chuquisaca, el oidor de Charcas, los
650
+ patricios de la Independencia, el grande de España, todos los Nuezvanas,
651
+ Ponces y Ebros que honran con sus virtudes las páginas de la historia,
652
+ cobrarían vida en sus cuadros para mirarme airadamente y decirme: «¡Sal
653
+ de aquí, falsaria, mentirosa, hipócrita, codiciosa!». Y tendrían razón.
654
+ Yo andaría por aquellos salones azorada, aturdida, llena de vergüenza. Y
655
+ las voces seguirían: «has venido aquí por dorar con los nuestros tu
656
+ apellido oscurísimo; te has casado con Carlitos para apoderarte de «Los
657
+ Chajales» y de toda la fortuna que nosotros legamos a nuestros
658
+ descendientes; tú no estás enamorada de Carlitos, sino de sus tesoros:
659
+ ¡eres una pérfida, una ambiciosa vulgar, una mujer despreciable, indigna
660
+ de llevar nuestro nombre hidalgo y heroico!». ¡Ay, qué miedo, sobre todo
661
+ cuando me mirara monseñor Nuezvana, el obispo de Chuquisaca, y me
662
+ amenazara con el infierno, bien merecido por cierto!
663
+
664
+ La misma mirada de misia Melchora no podría resistirla cuando
665
+ escudriñara mis verdaderos sentimientos. ¡No, no!; pobreza, oscuridad,
666
+ fatiga, todo es preferible a este remordimiento, a verse interrogada por
667
+ tantos varones ilustres que fueron espejos de santidad y cifra y
668
+ compendio de todas las virtudes caballerescas.
669
+
670
+ Yo espero que misia Melchora, heredera de toda esta tradición, que ella
671
+ sabe mantener tan dignamente, hallará buenas mis razones y guardará un
672
+ poco de simpatía para esta pobre muchacha.
673
+
674
+ Te abraza con todo su corazón.
675
+
676
+ =Inés=
677
+
678
+ Indudablemente, esta Inesilla no vive en nuestra época. Y ello nos va a
679
+ proporcionar a todos bastantes disgustos.
680
+
681
+
682
+
683
+
684
+ LA VIUDA DE ESQUILÓN VA A MAR DEL PLATA
685
+
686
+
687
+ Pocas veces sufro de tedio. Mi propia vida interior, cuando la externa
688
+ no ofrece interés, basta para entretenerme. Sin embargo, sentíme ayer
689
+ tarde acometida por invencible melancolía. «¿Qué hacer?»--me dije--. Y
690
+ para combatir la murria, ocurrióseme ir a visitar a mi amiga Margarita,
691
+ la viuda de Esquilón, en quien la sensibilidad y estado de ánimo
692
+ constituyen siempre un divertido espectáculo. Pedí el automóvil y partí,
693
+ rumbo a la Avenida Quintana, donde vive mi amiga en su magnífico
694
+ palacete.
695
+
696
+ Entré de rondón en la casa. Todo estaba en ella revuelto, con ese
697
+ desorden precursor de una mudanza. Los armarios de par en par, y por
698
+ todas partes baúles abiertos, grandes y pequeñas cajas, enseres de todo
699
+ linaje. La servidumbre iba y venía de un lado a otro, trasladando ropas,
700
+ sombreros y trebejos diversos. Saliendo de una habitación interna,
701
+ apareció Margarita, envuelta en una ligerísima bata, sofocada, jadeante,
702
+ encendida. Me tendió sus torneados y blancos brazos.
703
+
704
+ --¡Marianela!!!...
705
+
706
+ --¿Pero qué barullo es éste? ¿Levantas la casa? ¿Te mudas?
707
+
708
+ --Preparándome para Mar del Plata. Hace una semana, hijita, que estoy
709
+ trabajando como una negra, preparándolo todo, y nunca se acaba. Las
710
+ modistas se han demorado, y, por fin--¡ay, gracias a Dios!--hoy han
711
+ traído lo que faltaba.
712
+
713
+ --¡Pues no llevas poco equipaje!
714
+
715
+ --Catorce baúles y veinte cajas. No se puede meter todo en menos
716
+ espacio. Vienes admirablemente, Marianela, con una oportunidad que...
717
+ ¡ni que te hubiera llamado, hijita! Porque quiero consultarte, sobre
718
+ algunos vestidos... y también quiero que veas los sombreros...; a ver
719
+ qué te parecen...; yo confío mucho en tu gusto...; tienes que ver
720
+ también cuatro trajes de baño distintos... son preciosos... es decir,
721
+ veremos lo que te parecen.
722
+
723
+ Margarita habla atropelladamente, como si las sensaciones y las «ideas»
724
+ no dieran lugar, en su afluencia vertiginosa, a la ordenación y
725
+ concierto de la palabra.
726
+
727
+ --Me voy a poner el corsé--dice--para probarme los trajes: yo me los
728
+ pruebo y tú apruebas o desapruebas. ¿Te parece? ¿Conforme? ¡Dí que sí!
729
+
730
+ --Sí, mujer, sí. No me dejas hablar. Tú te lo dices todo.
731
+
732
+ --Bueno... voy a ponerme el corsé.
733
+
734
+ --¿Quieres que te ayude?
735
+
736
+ --Como quieras; pero estoy muy ágil; un poco fatigada no más por los
737
+ baúles; porque no me fío de las muchachas; a lo mejor, se olvidan de lo
738
+ más esencial. Y luego le hacen hacer a una el gran papelón.
739
+
740
+ La ayudo a ponerse el corsé. No necesita este entallamiento artificial,
741
+ porque su cuerpo es perfecto, armonioso, de líneas correctísimas, dignas
742
+ de los cinceles que inmortalizaron el arquetipo de la belleza clásica.
743
+
744
+ --¡Estás lindísima, hijita!--exclamo, mientras corro los cordones del
745
+ corsé.
746
+
747
+ --Como si no me hubiera casado--dice ella, resumiendo en esta frase todo
748
+ cuanto se puede decir de la frescura de su cuerpo.
749
+
750
+ Nos vamos a una salita, donde hay un espejo de cuerpo entero. La
751
+ doncella y las sirvientas comienzan a traer trajes. Los hay de todos
752
+ colores y formas: blancos, azules, marrones, grises, color de lirio, de
753
+ violeta, de rosa; están todos los matices de la flora; unos muy
754
+ escotados, otros poco, otros nada. Cada vez que se pone un traje me
755
+ señala las medias, los zapatos, los sombreros y las «aigrettes»
756
+ correspondientes. Los zapatos están en fila sobre un largo estante; más
757
+ de cuarenta pares; los hay de todos los colores; altos, bajos, ni altos
758
+ ni bajos. Las medias forman como un iris, con todas sus infinitas
759
+ combinaciones.
760
+
761
+ Todos los trajes le quedan admirablemente. «¡Precioso, hijita,
762
+ precioso!--exclamo cada vez que se pone uno;--todo cuanto te pones te
763
+ cae maravillosamente. Eres el prototipo de la elegancia, la cifra,
764
+ compendio y resumen de la gracia femenil».
765
+
766
+ Con presteza y soltura de actriz, la viudita se viste y se desnuda; dáse
767
+ vueltas en el espejo, torna la cabecita, rubia y rulosa, hacia los
768
+ hombros, para contemplarse el perfil; se arregla el busto; sus manos
769
+ vuelan ligeras, raudas, del pelo al talle, del talle a la falda, en
770
+ toquecitos rápidos, a los cuales obedecen las prendas con no sé qué
771
+ docilidad animada, como dichosas de servir de ornato a tan retrechera y
772
+ remonona criatura.
773
+
774
+ De pronto se pone un traje negro, severo y elegante a la vez.
775
+
776
+ --¿Y éste?--pregunto.
777
+
778
+ --Para ir a misa a Stella Maris. ¿Te gusta?
779
+
780
+ --¡Lindísimo, muy grave, muy chic!...
781
+
782
+ --¡Oh, la gravedad chic es lo más chic de la gravedad! Hay que recordar,
783
+ de vez en cuando, que una, es viuda.
784
+
785
+ En la salita, colgado en alto, hay un retrato al óleo. Es un mozo de
786
+ rasgos enérgicos, de bigote negro, con cierto aire tribunicio, de
787
+ «mitinero» electoral, a cuya afición ¡ay! debió su triste fin, ya
788
+ relatado en otra ocasión. La viuda vuelve hacia él sus grandes ojos
789
+ azules, de Dolorosa de Rubens, y suspira: «¡Ay, Arturito, qué felices
790
+ fuimos!...»
791
+
792
+ Dos lágrimas resbalan por las mejillas de Margarita. El doctor Esquilón,
793
+ inmortalizado en el óleo, adquiere en su mirada una ternura
794
+ indescifrable. La viuda sigue llorando y arreglándose los lazos de un
795
+ traje color crema que se ha puesto para que yo vea cómo le queda.
796
+
797
+ --Ya no tiene remedio, hijita--la digo para consolarla y ahuyentar la
798
+ triste visión.
799
+
800
+ --Era muy bueno, Marianela, muy bueno. ¡Qué energía, qué brío! ¡Yo creo
801
+ que hubiera ido lejos!...
802
+
803
+ --¡Pobre!...; más lejos de lo que se ha ido...; pero es necesario,
804
+ Margarita, olvidar. No te vas a encerrar, no te vas a recluir.
805
+
806
+ --Eso digo yo. Tengo 24 años; viuda a los 20: ¡es horrible! ¿Qué te
807
+ parece este traje?...
808
+
809
+ --¡Precioso!...
810
+
811
+ --Viuda a los 20...: ¿qué hago yo en el mundo? He guardado luto riguroso
812
+ cuatro años...; las medias de este traje son aquéllas... y aquéllos los
813
+ zapatos...; encerrada a los 24 años; suponiendo que viva 70, son... yo
814
+ no sé cuántos...
815
+
816
+ --Cuarenta y seis.
817
+
818
+ --Cuarenta y seis de encierro. He llorado estos cuatro años... tú no
819
+ sabes cómo he llorado... ¿te gusta aquella «aigrette»?...; ya no me
820
+ quedan lágrimas.
821
+
822
+ --Mucho, me gusta mucho.
823
+
824
+ --Nunca tuvimos un disgusto. Era lo más complaciente...; aquel abrigo
825
+ ¿te gusta?; es una salida de baile que imita al capote del kronprinz en
826
+ campaña...; muy bueno era Arturo. No le puedo olvidar, hijita. En balde
827
+ trato de distraerme... aquel gorrito ¡qué mono! ¿no? es para la
828
+ playa...; le tengo siempre presente, y no creo que pueda volver a querer
829
+ a nadie como...
830
+
831
+ --¿Y estos palitroques?--pregunto, señalando unas varas que veo sobre un
832
+ baúl.
833
+
834
+ --Para el golf. En Mar del Plata hay que ir todos los días al golf. Me
835
+ han hecho cuatro trajes para este deporte.
836
+
837
+ --¿Irás también al Club?
838
+
839
+ --No; sólo pienso ir al «Ocean»... Y, claro, al Brístol. Ya mi
840
+ administrador ha escrito a don Pedro Mugaburu para que me reserve un
841
+ departamento en el anexo, frente al mar. También me guardan mesa en el
842
+ comedor, en el mejor sitio, a la derecha del caminito del centro, que es
843
+ donde se coloca la «haut», toda la gente conocida. Es muy difícil
844
+ conseguir este sitio; todos quieren estar allí, aunque no sean
845
+ conocidos...
846
+
847
+ --Para serlo.
848
+
849
+ --Claro; así se va sabiendo que existen. Por fin, después de muchas
850
+ cartas, don Pedro parece que lo ha arreglado todo; le ha contestado a mi
851
+ administrador que esté tranquila, que tendré la mejor mesa, junto a la
852
+ terraza y al lado del caminito para ver entrar y salir la gente.
853
+
854
+ --¿Y para que te vean?
855
+
856
+ --No, eso no me importa. ¿Quién se va a fijar en mí, en una pobre viuda?
857
+
858
+ --Vamos... no sea hipócrita conmigo. ¿Piensas bailar?
859
+
860
+ --Ahí tienes un problema que me está dando muchos dolores de cabeza. No
861
+ sé qué hacer. Lo pienso y lo pienso día y noche y... no sé, no sé si me
862
+ animaré a bailar. A tí ¿qué te parece?
863
+
864
+ --Que debes bailar; no mucho, pero un poquito.
865
+
866
+ --Es que si empiezo... no sé si me detendré; porque, hijita, a pesar de
867
+ mis penas y de mis amarguras... es una cosa, Marianela, que bailo sola.
868
+
869
+ --La juventud, Margarita, los fueros de la Naturaleza que se imponen a
870
+ toda concepción triste de la vida.
871
+
872
+ --No he querido ir en carnaval por eso, porque no sabía qué hacer.
873
+
874
+ --El primer baile de una viuda me parece mejor en semana santa; está más
875
+ en carácter. La primera noche un par de vueltas nada más, muy discretas,
876
+ como cediendo a un compromiso muy insistente y muy inevitable. Luego,
877
+ poco a poco, te vas lanzando.
878
+
879
+ --Lo que más me preocupa es el primer baile; empezar; no sé cómo
880
+ empezar, hijita; siento una cosa... así... vamos... que no sé cómo
881
+ empezar.
882
+
883
+ --No te preocupes; ya se encargará alguno de allanarte el camino, de
884
+ iniciar el modo de dar las primeras vueltas.
885
+
886
+ --¿Sabes lo que estoy pensando? Me gustaría bailar el primer baile
887
+ contigo; que fuera como una humorada tuya. Así se rompía el hielo. ¿Por
888
+ qué no vienes a Mar del Plata? Anda, vamos...
889
+
890
+ --No puedo; estoy metida en un berenjenal, hijita, que no sé cómo voy a
891
+ salir.
892
+
893
+ --¿Por...?
894
+
895
+ --Por lo de Inesita. ¿Sabes que se casa con Raúl, con mi cuñado?
896
+
897
+ --Sí, ya me lo han dicho, ¡Pobre Carlitos Nuezvana! Creo que está
898
+ desesperado, que ya no se pone agua de lino en la cabeza, ni siquiera se
899
+ peina. ¡A lo que ha venido a parar el rey de los cipreses! ¡Qué
900
+ destronamiento terrible!
901
+
902
+ --Pues aquí me tienes luchando con todos, con Clotilde, con sus
903
+ hermanas, con misia Melchora...
904
+
905
+ --¡Pobre misia Melchora! Para su orgullo es un golpe terrible. ¡Hijita,
906
+ los Nuezvanas lo llenan todo en Buenos Aires! Luego, claro, su cariño de
907
+ abuela; verle así, tan desesperado al pobre chico. En fin, para la vieja
908
+ es un golpe tremendo.
909
+
910
+ --¿Y qué hacerle?
911
+
912
+ --¡Ah, claro!; no hay qué hacerle. Si Inesita no quiere... no hay qué
913
+ hacer. ¿Y por qué no te llevas a los muchachos, a Raúl e Inesita, a Mar
914
+ del Plata? Invitas también a Clotilde, a la mamá de Inesita, y nos
915
+ juntamos allí todos. La aparición de los muchachos en el Brístol sería
916
+ todo un éxito. ¡Un noviazgo tan sonado...! Entrarían como los Reyes
917
+ Católicos. En los salones del Brístol los noviazgos adquieren una
918
+ solemnidad, una importancia que no tienen en ninguna otra parte.
919
+ ¡Figúrate los comentarios, después de lo que ha pasado! En fin... ¡un
920
+ exitazo para Raúl y para Inés! Vamos a Mar del Plata.
921
+
922
+ --No sé lo que haré. Quizá en marzo, si logro arreglar las cosas. Ya se
923
+ lo he dicho a Jorge y está conforme.
924
+
925
+ --Hijita, tienes un marido ideal.
926
+
927
+ --Así es, gracias a Dios. Pero hablemos de tí. Tú llevas algún plan a
928
+ Mar del Plata.
929
+
930
+ --¡Marianela!... Ninguno, ¡qué cosas tienes!...
931
+
932
+ --No seas gazmoña, Margarita. ¿Qué tiene ello de particular? Es la cosa
933
+ más natural. Eres joven, linda, rica. ¿Vas a vivir sola toda la vida?
934
+ ¿No es justo, no es lógico que formes una familia? Ya sabes que yo soy
935
+ buena amiga, discreta, que si te puedo ayudar en algo...
936
+
937
+ --¡Ay, Marianela, demonio malo, que me estas sonsacando lo que no quiero
938
+ decir...! ¡No me tires de la lengua, no me tires, no me tires...!
939
+
940
+ --Vamos... no seas tonta. Si quieres que vaya a Mar del Plata y bailemos
941
+ el primer baile, me tienes que contar... a ver, habla.
942
+
943
+ --Pues, bueno; no hay nada; pero... puede haber. ¡Qué bien me vendría
944
+ que me acompañaras a Mar del Plata!
945
+
946
+ --¿Flirteo?... ¿Principio?... Iré si me necesitas.
947
+
948
+ --Bueno; entonces te contaré. Aunque ya te puedes imaginar...
949
+
950
+ --No digas más, Margarita, ¡no digas más!... ¿Ha vuelto? ¡Era de ley!
951
+
952
+ --Ya sabes lo que pasó. Yo vacilé entre Arturo Esquilón y él; al fin me
953
+ decidí por Esquilón, que ya había terminado la carrera. Y el otro,
954
+ hijita, se quedó soltero, triste, aplanado; para él no había otra. ¡Me
955
+ conmueve y arranca lágrimas esta fidelidad!...
956
+
957
+ --Me lo explico, Margarita. Buen mozo, y tiene porvenir en la política.
958
+ ¡Hijita, te da por los políticos! Creo que habla muy bien.
959
+
960
+ --En público y en privado; y... sobre todo al oído... Da gusto oírle...
961
+
962
+ --¿Qué es?
963
+
964
+ --Muy guapo.
965
+
966
+ --No, mujer, digo en política.
967
+
968
+ --¡Ah!... conservador de la provincia; ugartista, mejor dicho. Hijita,
969
+ los ugartistas no serán muchos, pero todos son lo más vivos, lo más
970
+ inteligentes. Pero no hay nada, te digo que no hay nada todavía...
971
+
972
+ --¿Está ya él en Mar del Plata?
973
+
974
+ --No; va el sábado.
975
+
976
+ --No hay nada, y sabes cuándo va...
977
+
978
+ --No me sofoques, Marianela, no me sofoques!...
979
+
980
+ --Y tú ¿cuándo vas?
981
+
982
+ --El martes.
983
+
984
+ --¿Y él lo sabe?
985
+
986
+ --Sí...
987
+
988
+ --¡Y dices que no hay nada!...
989
+
990
+ --¡Vete, Marianela, vete; te echo, te echo!...
991
+
992
+ Margarita me abraza y me besa en medio de un alborozo en que palpita a
993
+ brincos su joven corazón.
994
+
995
+ --¿Vendrás, Marianela? Mira que me haces mucha falta...
996
+
997
+ --Iré. Después de arreglar lo de Inesita, iré a arreglar lo tuyo. Yo me
998
+ desvivo por estos arreglos, en que se trata de hacer felices a quienes
999
+ merecen serlo. Van a ser mis dos grandes obras del año. A ese ugartista
1000
+ lo pescamos, Margarita, ¡lo pescamos en Mar del Plata! ¡Iré, iré, adiós,
1001
+ adiós...!
1002
+
1003
+ rusa, puesto que no puedo dar, en cambio, mi corazón, que ya no me
1004
+ pertenece. No merece tampoco misia Melchora ser engañada. Yo no puedo
1005
+ entrar en aquella casa, llena de tradición caballeresca, de noble
1006
+ altivez, de epopeya histórica. Me sentiría confundida ante los retratos
1007
+ que sirven de ornamento sagrado a los salones. El virrey, los
1008
+ conquistadores, el obispo de Chuquisaca, el oidor de Charcas, los
1009
+ patricios de la Independencia, el grande de España, todos los Nuezvanas,
1010
+ Ponces y Ebros que honran con sus virtudes las páginas de la historia,
1011
+ cobrarían vida en sus cuadros para mirarme airadamente y decirme: «¡Sal
1012
+ de aquí, falsaria, mentirosa, hipócrita, codiciosa!». Y tendrían razón.
1013
+ Yo andaría por aquellos salones azorada, aturdida, llena de vergüenza. Y
1014
+ las voces seguirían: «has venido aquí por dorar con los nuestros tu
1015
+ apellido oscurísimo; te has casado con Carlitos para apoderarte de «Los
1016
+ Chajales» y de toda la fortuna que nosotros legamos a nuestros
1017
+ descendientes; tú no estás enamorada de Carlitos, sino de sus tesoros:
1018
+ ¡eres una pérfida, una ambiciosa vulgar, una mujer despreciable, indigna
1019
+ de llevar nuestro nombre hidalgo y heroico!». ¡Ay, qué miedo, sobre todo
1020
+ cuando me mirara monseñor Nuezvana, el obispo de Chuquisaca, y me
1021
+ amenazara con el infierno, bien merecido por cierto!
1022
+
1023
+ La misma mirada de misia Melchora no podría resistirla cuando
1024
+ escudriñara mis verdaderos sentimientos. ¡No, no!; pobreza, oscuridad,
1025
+ fatiga, todo es preferible a este remordimiento, a verse interrogada por
1026
+ tantos varones ilustres que fueron espejos de santidad y cifra y
1027
+ compendio de todas las virtudes caballerescas.
1028
+
1029
+ Yo espero que misia Melchora, heredera de toda esta tradición, que ella
1030
+ sabe mantener tan dignamente, hallará buenas mis razones y guardará un
1031
+ poco de simpatía para esta pobre muchacha.